GRUPO EXCURSIONISTA DE PEÑALARA EN EL RECORRIDO POR LA PEDRIZA.
27 de enero de 2024.
Suena el despertador antes de lo que teníamos programado, pensando en que la entrada a la Pedriza estaría repleta de gente. Parece que va a hacer un tiempo que, equivocadamente para enero, consideramos estupendo. Nos vamos aproximado a Manzanares el Real y ya disfrutamos de una luna plateada que todavía ilumina los riscos y, especialmente, la ladera de la pared de Santillana por donde vamos a descender.
Los primeros rayos del sol sobre la superficie del pantano de Santillana le arrancan unos vistosos reflejos dorado. Solo por esta imagen ha merecido la pena madrugar.
Llegamos a la barrera de entrada y, en efecto, ya hay una fila de vehículos considerable. Esperamos con paciencia empezar a circular en una lenta caravana hasta el aparcamiento que ya está casi completo.
Nos preparamos para afrontar la ruta sintiendo los cambios de la temperatura ambiente y cierto bullicio fruto de la actividad previa al inicio de los diferentes recorridos que vamos a efectuar todos los que nos encontramos allí.
Son las nueve y es hora de comenzar, nos faltan cuatro integrantes que no han podido pasar la barrera y que han decidido aparcar en el Tranco para alcanzarnos después. Empezamos la actividad.
Cruzamos el Manzanares y nos dirigimos por el valle que ha formado el río Majadilla y que modela la Pedriza posterior. Este tramo que discurre sin tener que salvar un desnivel apreciable nos permite iniciar las primeras conversaciones que van a ir aunando al grupo hasta el final del recorrido.
Una vez superado el refugio Giner, dejamos a la derecha el arroyo de la Dehesilla y ya podemos ver en todo su esplendor el risco del Pájaro y, especialmente, su cara sur. Más adelante cruzaremos el arroyo de los Poyos y bajo la sombra vigilante del risco del Pájaro continuaremos avanzando por los diferentes bosques de repoblación hasta un poco antes del arroyo de la Ventana donde volveremos a girar a la derecha. A partir de este momento la pendiente se agudiza y empieza a notarse el esfuerzo. El nivel de las conversaciones, en ocasiones, se ven interrumpidas por algún que otro jadeo.
Según vamos avanzando dejamos por debajo el risco del Cocodrilo que ofrece una de las vías de escalada más larga de toda la Pedriza. La depresión del collado de la Ventana se va abriendo, estamos a 1804 metros. A la derecha del collado nos asombramos con el Cancho de la Herrada de características similares a lo riscos de la Pedriza anterior. Asimismo, desde allí queda a nuestra vista la depresión de la hoya de San Blas, un valle formado en la parte externa del circo.
Hacemos la primera parada con la esperanza de que nos alcance uno de los organizadores, Manuel Nuño que ha vuelto a bajar hasta el refugio Giner para intentar contactar con las cuatro personas que no pudieron atravesar la barrera. Conseguimos comunicarnos con él a través de los Walkie Talkies que portamos y nos informa de que no ha contactado con ellas y que nos alcanzará en la pared de Santillana. Por unos momentos abandonamos las vistas de la Sierra de los Porrones, la Maliciosa, el alto de las Guarramillas y Cabezas de Hierro.
A partir de este momento empieza un nuevo tramo bastante más entretenido que los transitados hasta el momento. Una vez aquí, lo importante es no perder la traza del camino, algo que está asegurado, dado que el organizador, Pedro Quirós, ha preparado a conciencia la ruta y, en ningún momento hemos perdido las marcas.
Una vez que el sendero se interna en el mundo de la roca llegamos con bastante facilidad a la pared de Santillana. Allí iniciamos un descenso un poco más lento pero que nos permite observar el conjunto de la pared con sus agrietamientos pseudopoligonales en nido de abeja tan característicos de esta pared.
Superado esto nos adentramos en el bosque de repoblación en donde se ha enseñoreado la vegetación que crece entre los bloques graníticos hasta llegar a la bola de Navajuelos. Una vez allí en medio de las columnas graníticas que singularizan la Pedriza nos encontramos con las cuatro personas que no habían podido entrar al parque. Habían decidido seguir el track en sentido contrario hasta encontrarnos, como así fue. Coincidimos en uno de los puntos del recorrido más espectaculares. Asimismo, Manuel Nuño nos alcanzó en el mismo lugar.
Ya únicamente nos queda salvar una pequeña dificultad del recorrido que consiste en atravesar una gatera en la que no cabemos con los macutos puestos. A pesar del número de integrantes la operación se hizo con bastante agilidad y pasamos en un breve espacio de tiempo.
Una vez atravesado el portillo el recorrido nos sitúa en un entorno de agujas verticales que a esas horas estaban bañadas por el sol ofreciéndonos un singular color dorado. En un lateral del mismo lugar nos aproximamos a un balcón que nos permitió ver en su inmensidad la Pedriza anterior, parte de la posterior y las cumbres que se extienden desde la Maliciosa hasta Cabezas de Hierro.
Continuamos la ruta que ya se ha simplificado bastante hasta encontrar un lugar adecuado para comer. Solo, nos queda una bajada constante hasta el collado de la Dehesilla que se hace entretenida por sus 35 grados de inclinación. Todavía nos queda atravesar algún que otro túnel entre las rocas. Poco tiempo después estamos en el collado de la Dehesillla, un lugar al que siguiendo este recorrido no se llega, se cae.
Después de la foto de rigor, los 26 peñalaros asistentes tomamos la senda que discurre paralela al río de la Dehesilla hasta el Tolmo (ese mazacote que cayó de las zonas altas del roquedo), desde donde en un lateral podemos ver el refugio Giner, para a continuación cruzar el río Majadilla y enfilar por lo que se denomina la autopista hasta Canto Cochino.
Avanzando por la parte final somos más conscientes del buen ambiente que ha reinado durante toda la jornada. Será muy difícil soñar con días mejores.
Texto de Germán Domínguez.
Fotos de los asistentes a la ruta.
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