El fin de semana del 5 al 6 de octubre 20 peñalaros se apuntaron a la salida de las Montañas Valencianas. Algunos llevaban algún tiempo sin salir con el grupo de montaña por problemas de salud y aquí se atrevieron a probarse.
Las rutas escogidas se hallan en el Macizo calizo del Mondúver y aledaños, en la comarca de la Safor, al sur de la provincia de Valencia, en la confluencia de los Sistemas Bético e Ibérico. Cuenta con numerosas formaciones kársticas, entre las que se encuentran las cuevas del Bolomor, Malladetes y Parpalló, integrante esta última del Conjunto del arte rupestre del arco mediterráneo de la península ibérica, Patrimonio de la humanidad.
Juan estaba pletórico de enseñar estas montañas, que por motivos familiares había descubierto hace algún tiempo, y que utiliza habitualmente como entrenamiento. También de demostrar que puede ser tan dura y bella la actividad en ellas, como en otros parajes más elevados y abruptos.
El sábado 5 estábamos todos expectantes, y algunos algo nerviosos de cómo se afrontaría el reto de esta ruta circular de aproximadamente 15.7 km y 1.143 m desnivel. El tiempo prometía una temperatura cercana a los 30ºC, lo que iba a endurecer más la actividad, ya que por el camino no se pasa por fuentes con agua, sobre todo en esta época del año.
Nos trasladamos el área recreativa de la Font de l´ Ull, en el término de Xeraco, donde comenzamos nuestra actividad. En principio, en suave ascenso por el camino a la Font de l´Esbarzer (fuente escondida, sin agua, en un gran abrigo encajonado), y con pendientes más pronunciadas a partir de entonces. Nuestros participantes, distraídos con su cháchara y las vistas del mar, incluidos los que se estaban probando, no por ello iban rezagados. Un poco antes de llegar al Rellano del Picaio, les indicamos a aquellos que no les interesaba utilizar mucho las manos, que podían ascender de forma más suave por un sendero que salía a la derecha y que continuaba en la pista hormigonada que lleva al Mondúver, ya que el itinerario original, se iba a desarrollar por una muy empinada y agreste cresta. Llegados al rellano, recobramos fuerzas y pudimos contemplar la costa, además de los campos de naranjos y marjales de Gandía, Xeraco, Xeresa y alrededores. Luego, fuimos superando la Cresta del Picaio, con el sol picando a nuestras espaldas y con la vista puesta en las antenas que coronan el Mondúver (843 m), hasta que alcanzamos su cumbre. En total habíamos superado algo más de 800m en un poco más de 5 km, y allí nos encontramos con nuestros compañeros que habían ido por la ruta alternativa, algo más larga pero menos empinada, que habían llegado antes, y a falta de una buena sombra nos esperaban al sol. Desde el Mondúver se puede contemplar en su amplitud el Golfo de Valencia que queda cerrado por el sur por el Cabo de San Antonio con el Montgó encima, y por el interior la panorámica alcanza las sierras alicantinas, así como toda la Comarca de la Safor y gran parte de la provincia de Valencia. Tras la foto de rigor sin antenas al fondo y beber, decimos continuar nuestra ruta, pues aún estábamos a solo una tercera parte del recorrido.
Descendiendo un poco, llegamos al Collado de les Bigues y desde allí seguimos la cresta oeste que se dirigía hacia los Altos de la Drova. Por el camino, algunos decían: “¡Que caloreta!”. Un poco antes del Forat de la Drova, se planteó la posibilidad de terminar la ruta sin hacer la Cima de Penyalba. En este punto, tres de los participantes decidieron acortar, para tener más tiempo para estar en la playa y no exigir más a sus cuerpos. Del resto, unos se asomaron al “Forat” que mostraba unas vistas espectaculares de la Drova y Barx, así como la Sierra del Buscarró, y continuaron por la cresta. Otros se dirigieron, un poco más protegidos del sol, por el camino directo al Puntal de la Font Nova. Una vez reagrupados allí, aprovechamos para comer, ya que si bien no había sombra, por lo menos algo de aire corría. Tras esa pausa, algo más adelante, la Cima de Penyalba (770m), marcó el fin de nuestro camino por las alturas. Desde allí, pudimos contemplar el majestuoso Monasterio de la Valldigna, y dejamos constancia de nuestra presencia en el buzón en forma de casa, fiel al antiguo espíritu montañero. Estando en cumbre, algunos empezaron a flaquear pensando en quedarse en la playa al día siguiente. La verdad es que el calor había estado apretando todo el día y agua, ni fresca ni caliente, nos quedaba muy poca. Iniciamos el descenso hacia les Foies, por laderas cubiertas de bonita vegetación, aunque la temperatura nos impedía en parte disfrutar de la belleza del entorno, nuestros cuerpos ya hacía un buen rato que nos pedían terminar. Fuimos cerrando la vuelta que incluía alguna costosa remontada. Tras el flanqueo de las “Llometes del Pla de Toni Bou”, llegamos a la parte alta del Barranco de la Murta, que descendimos hasta alcanzar el punto de inicio. Fue una prueba dura pero superada.
Volvimos con nuestros coches a la playa de Gandía donde estábamos alojados, no nos quedaba mucho tiempo antes de la cena programada a las 20:30. Algunos decidieron descansar tomando unas bebidas refrescantes, y otros optamos por un refrescante y rápido baño en la playa, antes de la cena, con los últimos rayos del día. Fue una bendición, el agua estaba a una temperatura en su justa medida y el oleaje resultó como un hidromasaje, e hizo que se olvidara el calor pasado en la jornada montañera.
El domingo 6, con las fuerzas restauradas, nos preparamos para conocer la Sierra del Buscarró. Ese día la ruta iba a ser más corta y con menos desnivel, pero el calor también nos amenazaba con temperaturas hasta 32ºC.
Nos desplazamos con nuestros coches hasta la Fuente de la Drova (Barx) donde iniciamos nuestra ruta circular. Desde este punto nos dirigimos por un camino que ascendía sin ninguna dificultad hasta el Collado dels Caragols, pasando por el Forat del Aire, donde si te aproximas notas como te llega un fresco aire tal como su nombre indica. Por este camino ya no teníamos vistas del mar como el día anterior. Pasamos por el Avenc Pilar, llegando finalmente a la cima de Aldaia (751m), desde donde se podía apreciar todo el perfil de las cumbres que habíamos estado recorriendo el sábado. El sol apretaba, pero fue mucho más llevadero con la brisa que corría, además que el recorrido era mucho más suave que la víspera. Tras pasar junto a la Nevereta, descendimos por el Barranco de Manesa, que constituye una micro reserva de flora y que goza de un microclima, con una frondosa vegetación, aunque para nuestra sorpresa algo menos exuberante que la que conocimos en un mes de agosto hace pocos años. A pequeña distancia, también pudimos ver la Nevera Grande de Barx a la que sin embargo no nos acercamos, pues nos apremiaba el tiempo para llegar a la Paella Valenciana que habíamos concertado. Además, el último tramo no era de zona de umbría y se hacía pesado. Como recompensa nos esperaba la Fuente de la Drova, que sí lleva agua y se puede beber. Esta ruta circular resulto ser de 11.6km y 369 de desnivel.
Y bueno, con la paella y las cervezas se nos olvidaron las fatigas de las marchas y el calor, ¡que se le va a hacer, el cambio climático! Pero sobre todo ha quedado la superación por parte de todos ante las dificultades, el poder irnos reencontrando y compartir unas risas, muy importantes en los tiempos que corren. Hasta la próxima.
Rosana Escrivá y Juan Herrero.
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