GRUPO EXCURSIONISTA DE PEÑALARA EN LA SALIDA A LA PRESA DEL GASCO, TORRE DE LOS LODONES Y CANAL DEL GUADARRAMA.
22 de febrero de 2025.
Como ya viene siendo habitual, las salidas excursionistas promovidas por Miguel Ángel Ruiz (en esta, en colaboración con Juan Carlos Martín) están bendecidas con el don del agua.
En esta ocasión, cuando parecía que no se iba a poder llevar a cabo por la lluvia amenazante, aprovechamos una “ventana” que el grupo dedicó a disfrutar, no sólo de los paisajes, sino de los matices de colores que el agua previa había coloreado.
Los convocados nos reunimos en la urbanización Molino de la Hoz, cerquita de nuestro Madrid, por lo que realizamos una excursión ecológica de proximidad. En cuanto terminaron las últimas verjas de los chalets, la cuesta se empeñó en subirnos a unos pinares espectaculares que hacían cosquillas a unas nubes de algodón que flotaban en un cielo raso. Estos cielos goyescos encuadraron unas explicaciones realmente interesantes, por parte de Juan Carlos Martin, en la presa del Gascón, cuyo propósito, en tiempos de Carlos III, fue hacer posible un recorrido fluvial de Madrid a Sevilla.
En grata charla y compañía seguimos trepando entre una vegetación satisfecha por el agua, con una floración incipiente y una meta coronada por la explicación del profesor José Arias sobre la Torre de los Lodones: de atalaya árabe a recorrido noventayochista.
El camino era tan placentero que se anduvo y desanduvo en varias ocasiones por las puertas puestas al campo y la imposibilidad de encontrar un paso generoso que permitiera al caminante el paseo atajado, pero los peñalaros circundaron lo privado hasta llegar a la casa de la Isabela, donde hicieron un alto para comer.
Esa misteriosa mole, que en los años 40 ya se enseñoreaba ante un horizonte sin fin, con piscina exterior, interior, gimnasio, garaje y todo tipo de lujos inusitados para la época, ofreció sus ruinas a nuestro descanso y su curiosidad a los datos que buscó Laura Hernández y que amenizaron la comida.
La vuelta por el canal del Guadarrama nos regaló unos paseos entre verdes pinos, embalses amables y algún guarda portugués que, con voz queda y melosa, nos rogaba nuestra marcha, pues todo era propiedad del amo.
Llegamos al final, con la jara olida, la flor del almendro vista, el agua en su correr escuchada y agradeciendo a los organizadores una ruta tan grata, tan cercana y tan llena de naturaleza e historia.
Texto de Laura Serrano de Santos.
Fotografías de los asistentes a la ruta.
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